Él no se anima a decirme lo que siente o lo que piensa; el no puede venir y decirmelo de frente, según el le da verguenza. Y acá me quedo yo, esperando a que el cobre valor y preguntandome si todo fue en vano, preguntándome si está lejos el día en el que se deshaga de la cobardía, me mire a los ojos y diga TE AMO.
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