viernes, 5 de junio de 2009


Yo quería dormir contigo y tú no querías dormir solo, y nos dieron las diez y las once, las doce y la una y las dos y las tres; y desnudos al amanecer nos encontró la luna. Nos dijimos: "adiós, ojalá que volvamos a vernos". El verano acabó, el otoño duró lo que tarda en llegar el invierno, y a tu pueblo el azar otra vez el verano siguiente me llevó, y al final del concierto me puse a buscar tu cara entre la gente y no hallé quien de tí me dijera ni media palabra, parecía como si me quisiera gastar el destino una broma macabra. No había nadie detrás de la barra del otro verano, y, en lugar de tu bar, me encontré una sucursal del banco hispano americano. Tu memoria vengué a pedradas contra los cristales, -"sé que no lo soñé"- protestaba mientras me esposaban los municipales. En mi declaración alegué que llevaba tres copas y empecé esta canción en el cuarto donde aquella vez te quitaba la ropa. Y nos dieron las diez y las once, las doce y la una y las dos y las tres y desnudos al amanecer nos encontró la luna.

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